Entre ayer y hoy me han pasado muchas cosas, la mayoría buenas, aunque las más importantes malas. No es algo de lo que me apetezca hablar, y mira que odio el "sé una cosita pero no te lo voy a decir", sin embargo en este caso la aplicaré.
Una de las cosas buenas ha sido el descubrimiento de la serie "Shingeki no Kyojin" (Ataque a los Titanes). El fanart de deviantart me intrigaba, pues cada vez son más numerosos los dibujos de hombres sin piel, con el músculo al aire, y monstruos similares a los goblins de otros animes, sólo que de tamaño colosal.
El argumento es muy interesante: unos seres llamados titanes comenzaron a devorar a la humanidad, y ésta quedó recluida en una fortaleza de tres murallas concéntricas que impiden el paso a estos gigantes, hasta que aparece uno en concreto (musculitos) que tiene más de cincuenta metros y la derriba.
Los protagonistas son unos niños que sobreviven al ataque y deciden alistarse a las fuerzas que luchan contra los titanes. En concreto Eren, el personaje más potente, tiene un único deseo: acabar con todos los titanes por venganza. No dejar ni uno vivo.
Y hasta aquí puedo contar sin destripar el argumento (como me hicieron a mí nada más ver el primer episodio) y sin hacer crítica de la serie, que para eso ya hay otras personas que lo harán mejor que yo. Tan sólo decir que cada capítulo transmite emociones muy fuertes, yo que tengo estos días muy sensibles por circunstancias ajenas a mi voluntad estoy con el pañuelo en la mano todo el rato, y encima estoy enganchadísima. Estoy devorando la serie porque casi todos los finales acaban con un cliffhanger.
No me gustaba tanto un anime desde Seirei no Moribito, y estoy muy contenta de haber aclarado uno de los grandes misterios que me planteaba DA. Ahora sólo espero que la serie mantenga el ritmo de "estupendosidad" (gracias, Po) y no decaiga, como pasó con Death Note.
Mención especial a la banda sonora, que pone los peletes de punta de lo épica que es.
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